En esta ocasión leeremos el documento Democracia y Formación Ciudadana de la autora Teresa González Luna página 15-35 disponible en los recursos de la unidad para la realización de una síntesis crítica de la misma.
Leer la Ordenanza 3-99 disponible en los recursos de la unidad y emitir un comentario sobre la enseñanza de Educación Moral y Cívica en la República Dominicana.
La síntesis corresponde a la acción por la que la democracia se justifica que lo es. Su objetivo es dar una respuesta amplia según la demandan los ciudadanos en función del denominador común de sus máximas aspiraciones. La síntesis logra que cualquier buena conciencia democrática advierta que su representación ha sido atendida, al menos en parte, al mismo tiempo que aprende que la convivencia enseña a replantearse cada uno si su pensamiento se asienta en criterios de verdad profundamente consolidados.
La síntesis de lo que como común se acuerda continuamente en democracia indica si una comunidad dirige en ese sentido a sus representantes o, por el contrario, si la permanente ausencia de confluencias lo que está expresando es la virtualidad de los radicalismos ideológicos que nos se ajustan con el valor de la conciencia democrática. Sintetizar lo aceptable de la oposición en razón de la representación que ostenta debería ser la pauta habitual de la buena acción de gobierno democrático, que allega a buen fin los contenidos de verdad en función de las condiciones sobre las que las contemplan los distintos sectores de la sociedad.
El buen ejercicio de una síntesis fructuosa de lo relevante sobre lo periférico del pensamiento social hace aproximar la tendencias y relaja el enfrentamiento partidista. Pero no todas las partes se disponen habitualmente a sintetizar, pues en política marear la perdiz es aparentemente, a veces, más rentable que objetivar, ya que se consigue el dominio de los tiempos para que las conciencias menos democratizadas desautoricen al aparente fracaso de quienes se esfuerzan por lograr un consenso.
Yo pienso que la formación ciudadana comienza tempranamente, desde el nacimiento, como parte del proceso de socialización de los individuos, y su propósito fundamental es ofrecerle al ser humano una serie de valores éticos que le ayuden en su desarrollo pleno como parte indisoluble del lugar donde vive. Esta dotación incluye la puesta en práctica de comportamientos que permitan una convivencia armónica, donde se espera que las personas sean más conscientes del valor que representa vivir unidas a sus congéneres y aportar lo mejor de sí al desarrollo comunal.
El logro de tal aspiración pertenece al trabajo conjunto de todas las instituciones y organizaciones, y las iglesias presbiteriana-reformadas cubanas, que vienen creciendo paulatinamente a partir de 1990, pertenecen a este grupo y ejercen una indiscutible labor educativa en la comunidad. Esta condición debe alertarlas en su responsabilidad de contribuir a la formación ciudadana, colaborando así a que las personas se preparen para asumir su función como parte inseparable de la colectividad. En lo que concierne a la niñez, esta cuestión ocupa una mayor importancia, ya que todos los espacios educativos - formales e informales - contribuyen a tal finalidad.
En el caso específico de algunas de estas iglesias, a veces se presentan contradicciones, porque prevalece una interpretación dicotómica de la relación existente entre los cristianos y el mundo, la cual puede propiciar que el feligrés le reste importancia al lugar donde vive, desestimando así el medio sociocultural. Por otro lado, se observa que las niñas y los niños muestran, a veces, conductas inapropiadas en lo que respecta a la educación formal en el tiempo que permanecen en las iglesias, lo que revela la urgencia de encontrar alternativas que perfeccionen situaciones como estas.
Enseñanza de Moral y Cívica en República Dominicana
Con la apertura del nuevo año escolar es bueno reflexionar sobre cuál fue el motivo político estratégico para que se excluyera la clase de moral, cívica y política del currículo educativo dominicano. En la vida personal o nacional siempre hay un motivo, un porqué y también hay consecuencias.
La exclusión de la enseñanza de moral, cívica y política del currículo dominicano ha generado ciudadanos apáticos, empresarios indolentes, líderes de doble moral, seres egoístas viciados en su desarrollo personal, sin juicio político ni aspiraciones de crear un país decentemente gobernable, económicamente estable e inclusivamente democrático.
Es urgente que el sistema educativo dominicano reincorpore la enseñanza de los valores y el civismo con fundamento sociopolítico que nos identifique como nación. Hoy más que nunca hay que tomarle la palabra al Presidente de la República que en su discurso ante la Asamblea Nacional propuso la creación de una ley que retome la moral, cívica, ética y los valores fundamentales del país.
¿Por qué se le ha entregado a organizaciones partidistas la guía y enseñanza política de nuestros ciudadanos patrocinada con los recursos del Estado y que no cumplen con la formación cívica ni ética para hacerlo? Es un derecho de cada ciudadano tener ideas claras del régimen cívico-político que nos gobierna.
Es tiempo de reflexionar y exigir que los niños y jóvenes aprendan más moral, civismo y política dominicana en las escuelas. Conceptos básicos como el Estado de Derecho que sustenta nuestra Constitución, el perfil del sistema de gobierno democrático-participativo, deben enseñarse en las escuelas a fin de desarrollar el juicio cívico- político de los ciudadanos. Cuando el pueblo ignora las bases de su idiosincrasia es más fácil de manipular y más de fácil de malgobernar.
Es tiempo de legislar a favor de la enseñanza sistémica de moral, cívica y política de manera que nuestros educandos puedan participar inteligentemente en el debate del destino de la nación para fortalecer la soberanía dominicana, centrada en la doctrina cristiana que encabeza nuestro lema: “Dios, patria y libertad”.
A través de la educación moral, cívica y política, la sociedad hace más fuertes los lazos comunitarios, creando una identidad colectiva que genera una forma de vida alrededor del bien común, donde la pluralidad del Estado de Derecho Social y Democrático que establece la Constitución se exprese y fortalezca.
¡Es hora de conocer nuestra realidad cívico-política como país! ¡Es hora de insertarse como ciudadano responsable, apercibido con los fundamentos morales y cívico-políticos para crear la nueva República Dominicana que todos anhelamos!
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